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Expresión bíblica, de origen profético, de intenso sabor escatológico. Es expresión alusiva a la presencia de Dios en medio del pueblo elegido. Alude a la supremacía de Dios y a la preferencia que ha manifestado en la Historia de la salvación por su pueblo elegido, Israel.
En el Nuevo Testamento aparece 60 veces con la expresión simple de "el Reino" (Basileia); 33 veces como "Reino de los cielos" (basileia ton uranon); y 69 como "reino de Dios" (basileia ton zeu).
En Mateo se prefiere decir "Reino de los Cielos" y en Lucas y Juan "Reino de Dios”. En los demás se varias las expresiones y se requiere el contexto en el que se emplean para descubrir los matices en los que aparece.
Hay cierta resonancia misteriosa en la expresión, como misteriosa es la actuación de Yaweh en los tiempos antiguos y escatológica es la referencia cuando se pone la expresión en labios de Jesús, frecuentemente al referir una parábola sugestiva.
La palabra reino (basileia) significa gobierno, poder, supremacía. Alude a dominio del rey (Dan. 4. 28-29). Y se hace referencia a la autoridad divina, la cual se alude desde los primeros pasos de la Biblia (Ex. 19. 6) hasta la renuncia del pueblo a ese reinado, cuando pide un rey terreno: "No te han rechazado a ti, sino a mí, para que no reine sobre ellos" (1 Rey. 8.7)
En el Antiguo Testamento está clara la referencia teocrática: Dios manda en su pueblo: 2 Rey. 7. 14-16; Salm. 10.5. Se alude con frecuencia al trono de Dios que está en el cielo, expresión que se usa con frecuencia en Mateo ("Reino de los cielos": Mt. 5.10; 5.20, hasta 31 veces, contra cinco "Reino de Dios") que escribió para judíos.
El sentido de Reino de Dios quedó muy claro en los Profetas: Is. 37. 16-20; Dan. 7. 13-17; Salm. 17, 23.28, que siempre aludían a Israel. Pero es idea que resuena también en el Nuevo Testamento: Luc. 19.11; Mat. 17.1; Hech. 1.6.
El mensaje inicial de Jesús está vinculado inicialmente al anuncio de que el Reino de Dios es inminente: "Haced penitencia porque el reino de los cielos está próximo". Lo dice el bautista y lo repite Cristo: Mc. 1.15; Mt. 3.2; Lc. 4.43.
En la proclamación de esa llegada del Reino que hace Jesús, el sentido que se imprime es el triunfo del bien sobre el mal, después de una lucha interminable del mal contra el bien: Mat. 5.3 y 11.2; Lc. 17. 20-21. Esa lucha no puede dejar indiferente a nadie: o nos aliamos con Cristo o contra Cristo: "Nadie puede servir a dos señores"... por el Reino de Dios "está dentro de vosotros". Lc. 9. 55.
También "reino" significa el dominio de la gracia en los corazones: Mc. 4. 26-30; Mt. 21. 43. Y presupone el rechazo del reino del maligno, que es el pecado: Mt. 4. 8; 12. 25-26. Ese triunfo del bien es lo que el mismo Jesús enseña a pedir al Padre cuando pide que "venga a nosotros tu reino": Mc. 14.25.
Los primeros cristianos pronto asociaron ese triunfo del bien y de los seguidores de Jesús Vieron una idea hecha realidad en los discípulos del Crucificado, en la Iglesia, entendida como "reino de Dios". Multiplicaron sus referencias en este sentido: Col. 1.13; 1 Tes. 2.12; Apoc. 1. 6 y 9; y 5.10. San Pablo lo entiende como explícita manifestación del plan del mismo Dios: 1 Cor. 15. 23-28; 2 Tim. 4.1.
En la educación cristiana es importante enseñar al creyente a asociarse a esa idea mesiánica de que Cristo triunfa a lo largo de la Historia y de que su Reino, aunque en cada época de la Historia haya dificultades, habrá de triunfar. Y que el Reino de Dios llegará a su cumbre en los últimos tiempos cuando Cristo triunfe del todo y, con Cristo, todos los que siguen sus caminos en la vida, para alcanzar su triunfo final en el reino de los cielos.
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